José Antonio Kast , líder del Partido Republicano y figura de la ultraderecha , se impuso con contundencia en la segunda vuelta de las elec...
José Antonio Kast, líder del Partido Republicano y figura de la ultraderecha, se impuso con contundencia en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el 14 de diciembre de 2025, derrotando a la candidata de la izquierda, Jeannette Jara, con aproximadamente el 58% de los votos frente al 42% de su rival, según los resultados oficiales con más del 99% de las mesas escrutadas. Este triunfo, que supera los 7 millones de sufragios para Kast —convirtiéndolo en el presidente más votado en la historia democrática de Chile—, marca el fin del gobierno progresista de Gabriel Boric y representa el mayor viraje a la derecha desde el retorno a la democracia en 1990, tras la dictadura de Augusto Pinochet.
La campaña electoral estuvo dominada por temas como la delincuencia organizada, la migración irregular y la economía estancada, preocupaciones que Kast capitalizó con un discurso de "mano dura". Prometió restaurar el orden en las calles, expulsar masivamente a migrantes indocumentados, construir muros fronterizos inspirados en modelos como el de Donald Trump y priorizar la seguridad ciudadana por sobre otras agendas. "Aquí ganó Chile y ganó la esperanza de vivir sin miedo", declaró Kast ante una multitud eufórica en Santiago, donde sus seguidores ondeaban banderas nacionales y celebraban el fin de lo que llamaron "el caos" del gobierno saliente. El candidato, abogado de 59 años, padre de nueve hijos y católico ferviente, ha sido criticado por su admiración hacia el régimen pinochetista —votó por el "Sí" en el plebiscito de 1988 que buscaba prolongar la dictadura— y por posiciones conservadoras como la oposición al aborto y al matrimonio igualitario.
Jeannette Jara, militante del Partido Comunista y exministra de Trabajo de Boric, representaba la continuidad de la coalición Unidad por Chile. Proveniente de un origen humilde en Conchalí, Jara destacó por reformas como la reducción de la jornada laboral a 40 horas y aumentos al salario mínimo durante su gestión ministerial. Su campaña enfatizó la dignidad laboral, un "Ingreso Vital" para familias vulnerables y una migración regulada, pero no logró movilizar suficientemente al electorado descontento con el oficialismo. Rápidamente reconoció la derrota: "La democracia habló fuerte y claro. Me comuniqué con el presidente electo para desearle éxito por el bien de Chile", escribió en redes sociales, prometiendo una oposición "propositiva y exigente".
El voto obligatorio, reintroducido por primera vez desde 2012, impulsó una alta participación con más de 13 millones de sufragantes, incluyendo a millones que históricamente se abstenían. Kast se impuso en todas las regiones del país, un hecho inédito, consolidando un mandato amplio que analistas atribuyen al rechazo al gobierno de Boric, marcado por el estallido social de 2019, intentos fallidos de reforma constitucional y un aumento percibido en la inseguridad, pese a que Chile mantiene tasas de homicidios bajas en comparación regional.
Reacciones internacionales no se hicieron esperar. Líderes de derecha como Javier Milei de Argentina, Giorgia Meloni de Italia y Daniel Noboa de Ecuador felicitaron efusivamente a Kast, viendo en su victoria un avance de las "ideas de la libertad" en América Latina. Milei celebró un "aplastante triunfo" y un paso contra el "socialismo del siglo XXI". Por el contrario, figuras de izquierda como Irene Montero de España criticaron el ascenso de un "pinochetista". El presidente saliente Boric, en un gesto democrático, invitó a Kast a La Moneda para iniciar una transición ordenada, programada para el traspaso de mando el 11 de marzo de 2026.
Este resultado refuerza la ola conservadora en Sudamérica, alineando a Chile con gobiernos de derecha en países como Argentina, Ecuador y El Salvador, donde temas de orden público y antimigración han sido clave. Para Kast, la "tercera es la vencida" tras derrotas en 2017 y 2021; ahora enfrenta el desafío de gobernar un país polarizado, prometiendo "decisiones difíciles" sin "soluciones mágicas". Chile entra en una nueva era, con interrogantes sobre derechos sociales, relaciones internacionales y la consolidación democrática en un contexto regional volátil.





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