Japón y Taiwán han intensificado sus preparativos ante el creciente temor de una inminente invasión por parte de China, en un contexto de te...
Japón y Taiwán han intensificado sus preparativos ante el creciente temor de una inminente invasión por parte de China, en un contexto de tensiones geopolíticas que han alcanzado niveles sin precedentes en la región del estrecho de Taiwán. Japón ha dado un paso significativo al desarrollar un plan de contingencia que incluye la evacuación de civiles taiwaneses, una medida que refleja la percepción de un riesgo inmediato y la disposición de Tokio a involucrarse en la defensa regional, desafiando la postura tradicional de neutralidad. Este plan, que surge tras meses de análisis estratégico, busca coordinar la retirada de decenas de miles de personas desde Taiwán hacia territorio japonés en caso de un conflicto armado, marcando un cambio histórico en las relaciones bilaterales y en la postura de Japón frente a Pekín.
El plan japonés, aún en fase de refinamiento, contempla el uso de buques de la Guardia Costera y aviones de la Fuerza de Autodefensa para evacuar hasta 150,000 personas, incluyendo residentes y turistas taiwaneses, en un plazo inicial de siete días tras el inicio de hostilidades. Las operaciones se centrarían en puertos y aeródromos clave en el oeste de Taiwán, con destinos prioritarios en las prefecturas de Kyushu y Okinawa, donde se establecerían centros de acogida temporal. Fuentes gubernamentales japonesas, que han preferido mantener el anonimato, indicaron que el plan también incluye simulacros de evacuación conjuntos con Taiwán, programados para comenzar en octubre de 2025, como parte de un esfuerzo por garantizar una respuesta coordinada. Este movimiento se enmarca en la estrategia de seguridad nacional de Japón de 2022, que identifica a China como la mayor amenaza estratégica, y responde a la creciente militarización china, incluida la reciente ampliación de su flota naval y los ensayos con misiles hipersónicos.
Por su parte, Taiwán ha respondido activando su propio protocolo de defensa civil, con ejercicios militares y simulacros de evacuación interna que se realizarán la próxima semana, según anunció el presidente Lai Ching-te. Estas maniobras, que simularán un bloqueo naval y una invasión terrestre, involucrarán a cientos de miles de ciudadanos y fuerzas de reserva, destacando la urgencia con la que Taipéi percibe el riesgo. El gobierno taiwanés ha comenzado a dispersar sus activos militares, escondiendo municiones en barcos civiles y construyendo búnkeres subterráneos, una estrategia diseñada para resistir un ataque inicial y ganar tiempo ante una posible intervención aliada. Lai ha enfatizado la necesidad de aliados, abogando por una mayor cooperación con Japón y Estados Unidos, cuyo compromiso se ha visto reforzado por el despliegue reciente de marines en regimientos litorales en el Pacífico.
La iniciativa japonesa ha generado reacciones mixtas. En Taiwán, la población la ha recibido con alivio, con muchos viendo en ella un respaldo tangible frente a las amenazas de Pekín, que reclama la isla como territorio propio y ha intensificado sus ejercicios militares en los últimos meses. Sin embargo, en Japón, la decisión ha desatado debates internos, con sectores pacifistas cuestionando la implicación en un conflicto extranjero, mientras el gobierno argumenta que la proximidad de las islas Sakishima —a menos de 100 kilómetros de Taiwán— hace inevitable su involucramiento. China, por su parte, ha condenado el plan como una provocación, con el Ministerio de Defensa chino advirtiendo que cualquier intervención japonesa sería considerada un acto hostil, lo que ha elevado la retórica bélica en la región.
La cooperación entre Japón y Taiwán también incluye un componente logístico, con Tokio ofreciendo asistencia técnica para mejorar las infraestructuras de evacuación en la isla, mientras Taiwán comparte inteligencia sobre movimientos militares chinos. Esta alianza, aunque no formalizada como un pacto militar, representa un giro significativo en la dinámica regional, especialmente tras las dudas sobre el compromiso estadounidense bajo la administración Trump, cuya política de "América Primero" ha generado incertidumbre entre los aliados. En redes sociales, el tema domina las conversaciones, con usuarios taiwaneses expresando esperanza y japoneses mostrando preocupación, aunque la información sigue siendo fragmentaria y el desenlace permanece incierto. Mientras ambos países aceleran sus preparativos, el mundo observa cómo esta escalada podría redefinir el equilibrio de poder en el Indo-Pacífico.
COMMENTS