El ministro del Interior español, Fernando Grande-Marlaska, se encuentra en el centro de una tormenta política tras las explosivas declaraci...
El ministro del Interior español, Fernando Grande-Marlaska, se encuentra en el centro de una tormenta política tras las explosivas declaraciones de su excompañero de partido, José Luis Ábalos, publicadas hoy en OK Diario. Ábalos, exministro de Transportes y figura clave en el caso Koldo, ha insinuado que Marlaska, a quien describe como una pieza central del "régimen socialista", podría ser el próximo en enfrentar consecuencias legales o políticas debido a supuestas irregularidades en su departamento. Estas afirmaciones, vertidas en una entrevista extensa, han desatado una oleada de especulaciones y tensiones dentro del Partido Socialista (PSOE), poniendo en jaque la estabilidad del gobierno de Pedro Sánchez en un momento de creciente escrutinio público y judicial.
Ábalos, quien ha sido apartado del PSOE tras su implicación en el escándalo de corrupción relacionado con la compra de mascarillas durante la pandemia, sugirió que resulta "extraño" que la Unidad Central Operativa (UCO) no haya investigado a nadie del Ministerio del Interior, a pesar de las evidencias que vinculan a altos cargos con la trama. En sus palabras, señaló que "de Interior hay un huevo de gente pringada", haciendo referencia a mandos policiales y funcionarios que, según él, podrían estar implicados en actividades turbias, incluyendo el caso Koldo. El exministro apuntó directamente a Marlaska, cuestionando por qué no ha sido citado por la UCO, y dejó caer la posibilidad de que el ministro esté protegido por información comprometedora que podría afectar a la cúpula del partido, incluyendo al propio Sánchez. Estas acusaciones se suman a los audios filtrados que muestran contactos entre el exasesor Koldo García y mandos de Interior, alimentando la narrativa de una red de influencias dentro del ministerio.
La relación entre Ábalos y Marlaska nunca ha sido cordial, pero esta ofensiva pública marca un giro drástico, interpretado por analistas como un intento del exministro de arrastrar a otros en su caída tras ser imputado por el Tribunal Supremo. Ábalos también mencionó la cercanía entre Koldo García y figuras como Rafael Pérez, exsecretario de Estado de Seguridad y mano derecha de Marlaska, quien dimitió recientemente en medio de controversias. Fuentes cercanas al PSOE sugieren que estas declaraciones podrían ser una estrategia de Ábalos para presionar a la dirección del partido, insinuando que posee grabaciones o pruebas que podrían complicar aún más la situación si no se le ofrece un trato favorable. El malestar interno es evidente, con algunos socialistas viendo en estas palabras un ataque coordinado para desestabilizar a Marlaska, uno de los pilares del gobierno desde 2018.
El impacto político es inmediato. El PP y Vox han aprovechado las declaraciones para exigir la dimisión de Marlaska, mientras que socios como Sumar y Podemos han pedido una investigación independiente, aunque evitan alinearse del todo con Ábalos debido a su historial controvertido. Marlaska, por su parte, respondió con un breve comunicado, calificando las afirmaciones de "infundadas" y afirmando que confía en que la justicia aclarará los hechos, sin entrar en detalles. Sin embargo, la presión sobre él se intensifica, especialmente tras la reprobación en el Senado por la gestión de la Guardia Civil y las críticas por su manejo de crisis como la DANA de 2024. La oposición ha calificado a Marlaska como el "sicario" del régimen socialista, un término que Ábalos parece haber adoptado estratégicamente para amplificar el daño.
En redes sociales, el tema domina las conversaciones, con hashtags como #MarlaskaCaerá y #CasoKoldo ganando tracción, aunque las opiniones están divididas entre quienes ven a Ábalos como un traidor y quienes consideran sus revelaciones como un golpe necesario contra la corrupción. La situación podría escalar si la UCO amplía sus investigaciones, especialmente tras los informes recientes sobre Francina Armengol y Ángel Víctor Torres, lo que sugiere que el escándalo podría salpicar a más figuras del gobierno. Mientras Sánchez trabaja para contener la crisis, el futuro de Marlaska pende de un hilo, con su longevidad como ministro —el más duradero desde la Transición— ahora bajo amenaza por las acusaciones de su antiguo aliado.
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