Renfe ha suspendido la circulación de trenes entre Barcelona y Valencia "hasta nuevo aviso" debido a la alerta roja declarada p...
Renfe ha suspendido la circulación de trenes entre Barcelona y Valencia "hasta nuevo aviso" debido a la alerta roja declarada por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) por lluvias torrenciales en el litoral mediterráneo, una medida que ha dejado a miles de pasajeros varados en estaciones clave y ha colapsado el transporte alternativo en una de las rutas más transitadas de España. El cierre del Corredor Mediterráneo, que conecta dos de las ciudades más pobladas del país, afecta a todos los servicios de alta velocidad AVE y Avant, así como a los regionales, paralizando un eje vital para el turismo, el comercio y la movilidad diaria en un momento de máxima demanda otoñal. Esta interrupción, que comenzó a las 14:00 horas del martes 7 de octubre, responde a la previsión de precipitaciones acumuladas de hasta 200 litros por metro cuadrado en 24 horas, con vientos huracanados que podrían desestabilizar infraestructuras ferroviarias.
La alerta roja, la máxima en el escalafón de Aemet, cubre desde Tarragona hasta Castellón, con epicentro en Valencia y Alicante, donde se esperan inundaciones relámpago y cortes de carreteras secundarias. Renfe, en un comunicado oficial, justificó la suspensión como una "medida de precaución" para garantizar la seguridad de pasajeros y personal, citando riesgos de desprendimientos en túneles y sobrecargas en puentes elevados por el caudal de ríos como el Turia y el Júcar. Los servicios afectados incluyen 12 trenes AVE diarios, que transportan 15,000 pasajeros, y 20 regionales, dejando a viajeros en Sants (Barcelona) y Joaquín Sorolla (Valencia) sin alternativas inmediatas. La compañía ha ofrecido reembolsos completos y desvíos a autobuses, pero la saturación ha generado colas de horas y quejas masivas, con familias separadas y empresarios perdiendo reuniones clave.
El impacto en Valencia, declarada en preemergencia, es devastador. La estación Joaquín Sorolla, con 5,000 viajeros diarios, se ha convertido en un improvisado refugio con colchones y botellas de agua distribuidas por voluntarios, mientras autobuses fletados por Renfe luchan por absorber el flujo hacia Alicante o Tarragona. En Barcelona, Sants ha visto colas de 2,000 personas para reembolsos, con protestas espontáneas contra la compañía por la falta de previsión. La Generalitat Valenciana ha activado el Plan de Emergencia por Inundaciones, cerrando accesos al puerto de Valencia y recomendando no viajar, mientras en Cataluña, la Autoridad Portuaria ha suspendido operaciones en Tarragona por riesgo de crecidas.
Económicamente, la parálisis podría costar 50 millones de euros diarios en pérdidas para el Corredor, que mueve 20 mil millones anuales en mercancías y turismo. Hoteles en Valencia y Alicante reportan cancelaciones del 30%, afectando a 10,000 habitaciones, mientras el sector logístico, dependiente del AVE para envíos urgentes, enfrenta retrasos de 48 horas. Socialmente, ha unido a afectados en grupos de WhatsApp para compartir rutas alternativas, pero ha generado frustración, con familias atrapadas y estudiantes universitarios perdiendo exámenes. Políticamente, el Gobierno central ha prometido compensaciones, pero la oposición critica la falta de inversión en infraestructuras resilientes, recordando el DANA de 2024 que ya costó 1,000 millones.
Con Aemet pronosticando lluvias hasta el viernes, Renfe evalúa reanudar servicios parciales, pero el Corredor permanece cerrado, dejando un legado de caos que exige lecciones para un transporte más robusto.
COMMENTS