Miles de agricultores de toda Europa han convertido el barrio europeo de Bruselas en un campo de batalla simbólico, con barricadas de tra...
Miles de agricultores de toda Europa han convertido el barrio europeo de Bruselas en un campo de batalla simbólico, con barricadas de tractores, hogueras de neumáticos y pacas de paja ardiendo frente a las sedes del Consejo y la Comisión Europea. La protesta, convocada por organizaciones agrarias de 12 países —incluyendo España, Francia, Alemania, Italia, Polonia y Países Bajos—, ha reunido a más de 8.000 tractores y 25.000 manifestantes que han bloqueado las principales arterias de la capital belga, lanzando huevos, botellas y estiércol contra la policía, que ha respondido con cañones de agua y gases lacrimógenos. El caos ha obligado a cancelar la reunión del Consejo de Agricultura y ha dejado más de 120 detenidos y 40 heridos leves, en la que ya se considera la mayor revuelta agraria en Bruselas desde las protestas de 2024.
Los agricultores han llegado en convoyes desde la madrugada, paralizando el tráfico en un radio de 20 kilómetros y creando un muro de acero con más de 3.000 tractores que rodea el Parlamento Europeo. Las hogueras, alimentadas con neumáticos viejos y restos de cosechas, han teñido el cielo de humo negro, mientras los manifestantes coreaban “¡Bruselas nos mata!” y “¡Basta de burocracia verde!”. Pancartas con lemas como “Sin agricultores no hay comida” y “La PAC nos entierra” han dominado la escena, junto a banderas nacionales y regionales ondeando sobre los vehículos. En el epicentro, frente a la Comisión, un grupo de ganaderos ha vertido cientos de litros de leche en la calzada como símbolo de la “ruina” que viven por los bajos precios y los costes asfixiantes.
La revuelta responde a un cúmulo de agravios: la Política Agraria Común (PAC) 2023-2027 con sus exigencias ecológicas que reducen la superficie cultivable un 15 % sin compensación suficiente, la competencia desleal de importaciones de terceros países sin los mismos estándares ambientales, la proliferación de fauna silvestre que transmite enfermedades como la peste porcina africana y la gripe aviar, y la burocracia que obliga a dedicar más tiempo a formularios que a trabajar la tierra. Los agricultores denuncian que los márgenes negativos han llevado al cierre de 120.000 explotaciones en la UE en los últimos cinco años, con especial impacto en España, Francia e Italia.
Los líderes agrarios han sido contundentes: el presidente de la asociación francesa FNSEA ha advertido que “si Bruselas no retira los ecoesquemas obligatorios y no frena las importaciones baratas, esto será solo el principio”. Su homólogo español ha exigido “un plan de emergencia de 10.000 millones para salvar el campo europeo”. Desde Polonia, los manifestantes han quemado simbólicamente un ataúd con la inscripción “PAC muerta”.
La policía belga, con 4.000 agentes desplegados, ha intentado contener la protesta, pero los tractores han bloqueado accesos clave y han derribado vallas de seguridad. Los bomberos han intervenido en más de 50 hogueras, y el tráfico aéreo en el aeropuerto de Zaventem ha sufrido retrasos por la columna de humo visible a kilómetros. Los líderes europeos, reunidos en el Consejo, han suspendido la sesión y han prometido “diálogo urgente”, pero los agricultores han rechazado cualquier reunión hasta que no haya “compromisos firmes”.
El sector agrario europeo, que genera el 1,4 % del PIB comunitario y emplea a 22 millones de personas, vive su peor crisis en décadas: precios en origen por los suelos, costes energéticos disparados y una regulación que prioriza objetivos verdes sobre la viabilidad económica. Las protestas han paralizado Bruselas y han generado solidaridad en capitales como París y Madrid, donde se preparan tractoradas para enero.
En redes #AgricultoresEnBruselas supera los 2,1 millones de interacciones, con un 85 % apoyando la revuelta como “el grito del campo que se ahoga”. La UE no solo enfrenta barricadas: enfrenta la rebelión de quienes alimentan Europa.





.png)



COMMENTS