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Un grupo organizado de unas 25 personas encapuchadas y vestidas de negro ha asaltado en la madrugada la sede provincial de Vox en Zamora, ubicada en la calle Leopoldo Alas Clarín, causando daños valorados en más de 18.000 euros. Los atacantes han lanzado piedras y botellas de vidrio contra las ventanas, han roto el rótulo luminoso, han pintado con spray rojo “Fascistas fuera”, “Zamora antifascista” y una diana con el nombre del presidente provincial, Javier Alcubilla, y han clavado en la puerta una cabeza de cerdo ensangrentada junto a una nota que reza “El próximo serás tú”.
El ataque, que ha durado menos de siete minutos, se produjo a las 03:40 horas cuando la calle estaba desierta. Cámaras de seguridad han captado cómo el grupo llegó en tres furgonetas sin matrícula, actuó con precisión militar y huyó hacia la carretera de Salamanca. La Policía Nacional ha abierto investigación por delito de odio, daños y amenazas con agravante terrorista, y ya ha identificado a cinco de los participantes por sus zapatillas y tatuajes visibles, todos ellos vinculados a colectivos anarquistas y antisistema de Valladolid y Salamanca.
Vox ha denunciado que es el tercer ataque a sus sedes en Castilla y León en lo que va de año y el más violento hasta la fecha. Alcubilla ha comparecido ante los medios con la cabeza de cerdo en una bolsa: “Esto no es protesta, es terrorismo de extrema izquierda que el Gobierno consiente. Exigimos protección inmediata y que se aplique la ley antiterrorista”. El partido ha anunciado una concentración de repulsa esta tarde en la Plaza Mayor y ha pedido al Ministerio del Interior que incluya estos hechos en el informe anual de terrorismo.
El alcalde de Zamora, del PSOE, ha condenado “toda violencia venga de donde venga”, pero ha evitado calificarla de terrorismo. En redes #ZamoraAntifascista y #VoxAtacado compiten como tendencias nacionales, con más de 1,6 millones de interacciones en seis horas.
Económicamente, la sede permanecerá cerrada una semana y el seguro cubre solo el 60 % de los daños. Socialmente, asusta a los vecinos de un barrio tranquilo y aumenta la polarización. Políticamente, refuerza el discurso de Vox sobre “kale borroka de izquierdas” y coloca al Gobierno ante la presión de actuar. Una cabeza de cerdo en la puerta no es solo vandalismo: es la extrema izquierda ha cruzado la línea roja del terrorismo callejero.





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