Cabo Verde ha sellado su primera clasificación histórica a la Copa Mundial de la FIFA , asegurando su boleto para el torneo de 2026 con una...
Cabo Verde ha sellado su primera clasificación histórica a la Copa Mundial de la FIFA, asegurando su boleto para el torneo de 2026 con una contundente victoria 3-0 ante Esuatini en el Estadio Nacional de Praia, un triunfo que ha transformado al pequeño archipiélago atlántico en el foco del fútbol mundial. Los "Tubarões Azuis", dirigidos por el experimentado técnico portugués Carlos Queiroz, culminaron un recorrido impecable en las eliminatorias de la Confederación Africana de Fútbol (CAF), sumando 16 puntos en el grupo C y dejando atrás a rivales como Camerún y Kenia, en una campaña que mezcla talento emergente con una pasión colectiva que ha conquistado a la nación. Esta hazaña, celebrada bajo un cielo estrellado en Praia, marca el debut de Cabo Verde en el escenario global, colocándolos en el Grupo E del Mundial junto a Argentina, México y Arabia Saudí, un desafío que promete emocionar a los 600,000 habitantes de las islas.
El partido decisivo contra Esuatini fue un despliegue de dominio absoluto. Cabo Verde abrió el marcador en el minuto 12 con un golazo de Ryan Mendes, quien controló un pase largo de Garry Rodrigues y definió con un disparo cruzado desde el borde del área. La segunda anotación llegó en el 38' por obra de Jamiro Monteiro, el capitán de 33 años, quien aprovechó un rebote tras un tiro al palo para cabecear con precisión. El tercer gol, en el 72', lo firmó Logan Costa con un remate de cabeza en un córner, sellando una victoria que dejó a Esuatini, con solo 4 puntos, sin opciones. La defensa caboverdiana, liderada por Stopira y el joven promesa Jovane Cabral, resistió los tímidos intentos de contraataque, mientras Queiroz celebró desde la banda un planteamiento táctico que combinó presión alta con transiciones rápidas, inspirando a una afición que llenó las gradas con banderas azules y cantos de morna.
Este éxito se basa en un núcleo de jugadores de la diáspora, con más del 65% nacidos en Europa —principalmente Portugal y Países Bajos— pero con raíces caboverdianas profundas. Monteiro, con 52 goles en la Eredivisie, y Mendes, estrella de la Ligue 1, han sido el corazón del equipo, mientras Queiroz ha moldeado una identidad de juego basada en la velocidad y la solidaridad, un reflejo de una nación insular que ha superado limitaciones económicas con determinación. La clasificación, la primera para un país insular africano en el Mundial, eclipsa las hazañas de Marruecos (2022) y Senegal (2002), y posiciona a Cabo Verde como un símbolo de resiliencia, con un presupuesto anual de fútbol de apenas 2 millones de euros frente a los 20 de Nigeria.
La celebración en Cabo Verde ha sido apoteósica. Las playas de Sal y São Vicente se convirtieron en escenarios de fiesta, con miles bailando funaná y ondeando banderas, mientras el presidente José Maria Neves declaró el 14 de octubre como Día del Triunfo Deportivo, con desfiles en Mindelo. Económicamente, el Mundial podría inyectar 60 millones de euros en turismo y patrocinios, revitalizando una economía dependiente de remesas y pesca. Socialmente, ha unido a la diáspora en Lisboa, Boston y Rotterdam, con retransmisiones masivas que reunieron a 50,000 personas. Políticamente, eleva el perfil internacional de Cabo Verde, con Queiroz nombrado embajador cultural y el gobierno prometiendo academias juveniles.
Este logro de los Tubarões Azuis no solo asegura su lugar en el Mundial 2026, sino que escribe una página dorada en la historia africana, dejando un legado de inspiración para naciones pequeñas que sueñan en grande.
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